Hasta hace muy pocos años, cuando a un jugador le preguntaban por la situación que atravesaba un compañero solía responder generalmente con "eso es un tema en el que yo no me meto porque es entre la entidad y él". Lo hacía porque sabía que le podía costar un problema si tomaba parte y lo mejor era callarse.
Sin embargo, el mundo balompédico ha evolucionado de tal forma que los jugadores -- algunos, no todos por supuesto -- no se muerden la lengua y públicamente muestran en cierto modo su disconformidad con lo que le está sucediendo a un compañero de vestuario. Así han actuado Carlos Gurpegui y Gorka Iraizoz por ejemplo. El primero ha manifestado en www.deia.com que "creo que la situación no es cómoda para él y ojalá se resuelva lo mejor posible tanto para Llorente como para el club. Además todo viene de una hipótesis porque yo no he visto que Fernando haya dicho que lo que pide o lo que le ofrecen es verdad, ni el club tampoco. Son hipótesis y yo tampoco sé dónde está la verdad. Fernando lleva aquí desde los 11 años y él cree que es parte de este club. Lo tiene muy dentro". Por su parte, el portero navarro ha dicho que "estas cosas no son plato de buen gusto para nadie. A nadie nos gusta oír pitos en casa hacia un compañero, sobre todo a alguien que lleva tanto tiempo aquí y que, como todos, hace un gran esfuerzo para defender los colores del Athletic lo mejor posible".
Creo que Urrutia debería llamar a capítulo a ambos futbolistas y leerles la cartilla. Zapatero a tus zapatos... y el corporativismo está bien aplicarlo de puertas para dentro porque si usted y yo, estimado lector, defendemos a un colega de esta manera en nuestra profesión seguramente nos pongan patitas en la calle.
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