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domingo, 9 de diciembre de 2012

¡¡BENDITO ATHLETIC Y BENDITO DOMINGO!!

 
 
Fue un domingo redondo. Por la mañana desayuno con mi aitatxu Joseba Andoni, mi amatxu Juanita, mi mujer Zuriñe, mi hija Nagore y mi sobrina Katia. Y mientras me zampaba un bocata de jamón y queso con una café con leche leche y leche -- cafe típico canario con leche condensada -- el pensamiento lo tenía en San Mamés. No paraba de pensar en que nuestro Athletic tenía que ganar al Celta para evitar nervios y malos rollos en el entorno. Mientras tanto, mi aita, que está pachucho pero que sigue luchando como un auténtico león de La Catedral por salir adelante no hacía sino comer churros el tío. Uno tras otro. Luego, un paseo por La Plaza del Charco de mi pueblo el Puerto de la Cruz y enseguida a currar. Y lógicamente el Athletic seguía en mi cabeza. ¡¡Tenemos que ganar Iñaki!!, me decía una y otra vez. Los tres puntos se deben quedar en el Botxo. Resulta increíble y una auténtica gozada sentir en mi corazón ese cosquilleo por el mejor equipo del mundo a pesar de haber nacido a 3.000 kilómetros de distancia. Me temblaba el cuerpo pensando en lo que amo y adoro al Athletic. Como dijo alguien que no recuerdo, "El Athletic no se puede explicar con palabras". Yo profundizo, el Athletic es lo más grande que hay en el mundo disintiendo o compartiendo los hechos que se suceden. Es emocionantísimo que el corazón lata a infinito por hora cuando te hablan de tu equipo, cuando piensas en una posible victoria o cuando crees que nos van a meter un carro (en Barcelona recientemente) y te agarras un mosqueo de padre y muy señor mío. Sin embargo, el amor perdura porque la grandeza del Athletic no se mide por un resultado, se mide por un sentimiento que llevamos intrínsicos todos los vascos y aquellos que no han nacido en Euskadi, pero que un día supieron elegir bien y convertirse en aficionados a un caso único en el fútbol mundial.
 
Llegó la hora de ir a currar a mediodía. No veía la hora de salir. Seguía pensando que teníamos que ganar sí o sí. Terminé y tuve que ingeniármelas para llegar a tiempo para ver el partido. Me senté delante del televisor, vi San Mamés con el graderío abarrotado, brotaron los recuerdos y sentí unas ganas inmensas de llorar... de llorar de alegría, de satisfacción, de orgullo por ser rojiblanco de Bilbao. Y metimos el gol de Aduriz. Di un salto de alegría monumental. Lo celebré con mi mujer por teléfono que estaba a punto de llegar al bar donde quedamos para ver el partido. De repente apareció y la vi con mi hija y un leoncito pequeño del Athletic que le compramos hace unos meses y se me saltaron las lágrimas. Seguía diciendo para mis adentros: "El Athletic es lo más grande y millones de gracias aitatxu por llevarlo en mis entrañas. No se puede describir con palabras lo que uno siente".
 
Seguimos viendo el partido y lamentablemente me tuve que perder los últimos minutos porque las obligaciones laborales llamaban a mi puerta. Me fui comiéndome el coco. Llegamos a casa y mientras me preparaba veíamos www.marca.com ¿Cómo vamos Zuri?, le preguntaba a mi mujer. Seguimos 1-0. Quedan diez minutos, me respondía. ¡¡Ay mi madre la vamos a cagar a última hora!!... Pero no, ganó el Athletic y pegué un salto que faltó "un fisquito" para darme un taponazo en el techo de mi casa... y eso que soy un enano. Abracé a mi mujer y a mi hija y salí a coger la guagua más feliz que un niño cuando le regalan el equipaje del Athletic en Reyes.
 
Entré a currar más contento que unas castañuelas y no pude aguantarme. A mi compañero platero Mariano --- yo soy camarero -- le enseñé el tatuaje del escudo del Athletic que llevo en mi brazo izquierdo. ¡¡Mira Mariano, le dije. ¡¡Joer Iñaki mi abuelo era del Athletic!! Pues sí mucha gente mayor era del Athletic aquí en el Puerto de la Cruz hace años porque éramos y seguimos siendo diferentes, un sentimiento puro y verdadero. ¡¡Somos Athletic y sólo citar esa bendita palabra nos pone los pelos de punta!!
 
Bajé del trabajo corriendo para soltar energía un poquito y los sentimientos volvieron a aflorar. Me volvía a acordar de mi aita que desgraciadamente no pudo ver el partido, pero que se alegra enormemente por el triunfo porque es un euskaldun por los cuatro costados. Y yo sólo puedo darle nuevamente infinitas gracias porque en mi corazón lata a infinito por hora el sentimiento Athletic y el sentimiento euskaldun. ¡¡Gora, Gora... y Gora. Somos lo más grande que hay en el mundo!!
 

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